lunes, julio 25, 2005

(Notas secas del náufrago 7)

Aunque uno sea un buen hombre, no un malvado, no un perverso ejemplar de la desesperación, la tristeza nos puede modificar. Esto de ahora es suficiente para desarmar las más claras y centradas conciencias. La mía es una conciencia superior a mí, porque comprende cosas que no están en ella. Entender lo que es importante, entender lo que permanece después de todas las tormentas, es como apostarle al caballo malo, como invertir en negocios perdidos, lo realmente fundamental, son los socios. Aprender a distinguir la verdad en las personas, el amor real y las tristezas.
Esta conciencia, estos pasos erráticos, ese es todo el material que tenemos, el poder absoluto, dios. Esta conciencia entonces, saldrá a flote sobre todas las cosas, cualquier enemigo está en los terrenos de su dominio, no lo sabe, a veces se le olvida, pero, en efecto es así. Hay que encontrar una manera con la cual pueda recordarlo, que lo sepa, que esté a su alcance siempre esa información. Qué pasa si la olvida, cómo regresa la calma a los pasillos del alma. No regresa, no regresa nunca, no se sabe...

sábado, julio 23, 2005

Las horas

En la mitad de enfrente de mi pecho
son ya las doce del día.

Y ahí, en donde el centro de tu corazón
se acomoda al mío,
cae a plomo un dulce sol
que todo lo ilumina.

Y ahí, donde un viento submarino
sopla entre tus cabellos,
hay un reloj que señala
una hora que está fuera del día.

Luego vino la catástrofe
una de esas sin nombre
que no aparecen aún
en los manuales de rescate.

Todo consumido por el fuego.
Antes del polvo,
la sombra del polvo.
Después del agua
las cenizas del agua.
Y ahí queda un reloj
que ya no señala ninguna hora.

viernes, julio 22, 2005

Amplio mar

Hoy escuché tu luz bajando por una orilla de la noche,
hablé de ti con los que no te conocieron.
Hoy cuando perdí la voz ensoñé de ti
hasta que el mar amplio dijo presente
en la áspera voz de todo lo mal conocido.

Tu abrazo vino a mí
aquí vamos codo a codo.
Al mediodía tu olor ha pasado a verme,
yo había salido, no dejó ni una nota.

Ahí va.
Sola como quien sabe
que sólo supone lo que sabe,
toda espera vio.

Esperanzada en que algún día
se volverá a servir esta primera sangre,
sobre el vaso aquel del que nadie ha bebido.
Hablo sólo para ti,
esta sangre que espera, espera ser llevada al río.
Estoy junto al mar repitiendo un nombre,
en voz baja digo
te estoy armando sólo con la luz.

Tengo tres mil años,
estoy aprendiendo a mirar.
Cuando tú levantes la vista hacia lo hondo de la calle
y no te encuentres en la paz de las adivinaciones,
entonces mi voz volverá a sangrar
qué buena piedra/ qué amplio mar/ qué cielito.

sábado, julio 16, 2005

De decires

Cuando voy y vengo por el día
con tu voz haciéndome olas al oído

Cuando quiero hacer palabras
que no digan lo que pienso

Cuando quiero rearmar el paraíso
con lo poco que recuerdo

Cuando cantas y te sé

Cuando no sé estar conmigo,

Cuando olvido algo importante,
cuando admito que no sé, que no entiendo, que olvidé.

Cuando digo la verdad y no quisiera

Cuando, cada vez con más frecuencia,
el cuerpo me abandona
y no soy más que vapor y polvo, el polvo, el polvo.

Y cuando subo al autobús
y le pongo nombre a los rostros que imagino,
y miro la calle y llueve

Cuando te dije hoy
y quería decir todos los hoy
mañana

Cuando no veo, no vi, no quise

Cuando te veo, te vi, te quiero

Cuando esos días ya no me salvan
de tanta realidad diciendo lo mismo
de tanto naufragio en cielo abierto
de tantas ideas roncas de pensar tanto en voz alta
de tanto patear en el agua
de tanta poca voz